¡Dante, cámara, acción!

Perdidos en Tokyo es una de las películas que más me han gustado en los últimos años. Y, oh sorpresa, se puede hacer un paralelo más o menos directo entre esta película y la Divina Comedia.

En Perdidos en Tokyo un actor famoso llega a Japón a filmar una serie de comerciales de whisky. Desde su llegada sufre el "infierno" del jet lag, luego pasa por el "purgatorio" de la barrera idiomática y de una relación matrimonial gastada que lo persigue hasta el otro lado del mundo, termina con una breve visita al "cielo" en donde vislumbra a su amor platónico, la joven esposa de un fotógrafo que se encuentra trabajando en Tokyo.

Ella por su parte también vive lo suyo. Primero atraviesa el "infierno" del jet lag, después se enfrenta al "purgatorio" del vacío existencial en que se encuentra su vida y que es gatillado por su encuentro con la cultura del vacío que existe en Japón (el Budismo Zen, el ikebana, etc), y termina con esa breve relación con el actor que se transforma en amor platónico correspondido, lo que vendría a ser "el cielo" que marca un nuevo comienzo o "redención" para los protagonistas.

De más está decir que en la Divina Comedia el amor platónico está representado por Beatriz, la dama amada en silencio por Dante.