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Tuesday, September 27, 2005

Muchas Gracias, Maxwell Smart

Ayer a los 82 años murió el actor Don Adams, conocido por todo el mundo como Maxwell Smart, el Superagente 86, protagonista de la serie de televisión del mismo nombre. El título original de la serie en inglés es Get Smart!, un juego de palabras que se puede traducir como ¡Traigan a Smart!, ¡Pesquen a Smart! o ¡Avívate! en alusión a la permanente ineptitud de Max, el temible operario del recontraespionaje, como decía la voz en off al comienzo de cada episodio.

Para mi gusto, El Superagente 86 ha sido una de las mejores series que se han hecho en televisión. En medio de la Guerra Fría la lucha entre la agencia de Control y la organización Kaos es a muerte a través de guiones inteligentes e irónicos acompañados de las actuaciones geniales tanto de Don Adams en su rol de Maxwell Smart, como de los que lo acompañaban en cada episodio: el Jefe de Control, a quien Max daba constantes dolores de cabeza, pero que sentía un cariño paternal por su torpe subalterno; la valiente agente 99 quien era la ayudante y más tarde novia y señora de Max, a quien nunca dejaba de admirar; el robot Jaime que era impredecible en su actuar ya que hasta la instrucción más simple la llevaba a cabo al pie de la letra con una fría lógica robotiana (-¿Puedes darme una mano, Jaime? y Jaime se desatornilla una mano y se la pasa a Max); el sagaz detective chino Harry Hoo que es una parodia de Charlie Chan; el coronel Siegfried y su ayudante el teniente Starker, agentes de Kaos que son los más clásicos enemigos de Max y que además de ser bastante obtusos tenían un especial sentido del humor. Además de los agentes 13 y 44, y por supuesto el agente Larrabee.

Bajaremos los Conos del Silencio en memoria de Don Adams.

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Sunday, September 25, 2005

¿Mis hobbits o sus hobbits?

He visto en librerías un par de nuevos libros sobre Tolkien. También se anuncian en la prensa conferencias sobre tal o cual aspecto de la obra de Tolkien. Los expertos en Tolkien abundan como las callampas tras la lluvia. Es Tolkien como moda, como tema de conversación social, como discusión de intelectuales que ya por repetidos comienzan a ser aburridos. ¿Pero dónde estaban todos estos expertos antes de las películas de Peter Jackson? ¿Dónde estaban en los tiempos en que para poder opinar sobre El Señor de los Anillos había que leerse las cerca de 1500 páginas de la obra? (Seamos justos, existe la excepción del crítico literario Ignacio Valente, casi una voz en el desierto, pero esa era justamente su función).

Este mismo fenómeno volverá a tener lugar a fines de este año cuando se estrene la primera película de Las Crónicas de Narnia. El León la Bruja y el Ropero va a pasar de ser un libro leído por escolares y algún que otro lector curioso, a transformarse en la novela de moda de la que todos van a hablar pero nadie va a leer porque total ya vieron la película. Aparecerán entonces los libros explicando el mundo de Narnia y se anunciarán ciclos de charlas narnianas. No está demás decir que toda la imaginería de la película pasará a ser considerada como la versión oficial de Narnia. Y cualquier visualización diferente del señor Tumnus será mirada con recelo, porque lamentablemente el cine significa la muerte de la imaginación de los futuros lectores de una obra, en este caso Narnia.

Afortunadamente mis hobbits no son los hobbits de Peter Jackson o Alan Lee, mi Aslan no va a ser el Aslan de la película de Narnia, no porque los de Jackson y Alan Lee sean malos sino porque simplemente mis hobbits y mi Aslan pudieron brotar de mi imaginación en forma natural al leer los libros. Quizás otros no van a tener esa suerte.

(Como dato anexo, Steve Hackett incluyó en su album Please Don't Touch (1978), un tema inspirado en Narnia)

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Friday, September 23, 2005

Henry Miller y Dorian Gray

En un pasaje de Big Sur y las Naranjas de Hieronymus Bosch, el viejo y agudo Henry Miller dice que los escritores deben exponer lo peor de sí mismos para lograr llamar la atención de un público que de antemano sabe que ni el arte ni la literatura son indispensables para vivir. O sea exponer públicamente al Dorian Gray de cada uno, y si nuestro Dorian Gray no es tan espantoso, entonces inventar uno que sí lo sea.

¿No es lo que hacen muchos escritores y artistas hoy en día?

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Wednesday, September 21, 2005

Los rituales de Ahab

Ahab ensaya rituales: promueve un brindis conjunto de la tripulación bebiendo grog caliente(¡sorbos cortos, tragos largos!) , clava una onza de oro en el palo mayor como premio para el primer vigía que aviste a Moby Dick, agarra los arpones de sus oficiales por su punto de unión tras pedir que los cruzaran ante él, hace usar los extremos inferiores de los arpones como copas de un brindis ceremonial. Sin embargo nada resulta. Moby Dick no aparece.

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Sunday, September 18, 2005

El Baile de las Conductoras

Y por qué no, que se baile también una cueca zapateada. No por antigua menos picarona.

Cueca de las Conductoras

Todas las conductoras
Son amorosas,
Cuando suben al carro
Parecen rosas.

Parecen rosas, sí,
Jardin de flores,
Abrazan los zancudos
Con mil amores.
Con mil amores, sí,
Por lindas i bellas
Andan los jovencitos
Detras de ellas.

Así es, así es, bonito
Un zancudito.

Una conductora lacha
Le dijo a su compañera,
Un zancudo chiquitito
De buena gana tuviera.

Yo lo tuviera, sí,
Por prenda mía,
Para hacerle cariño
Día por día.
Día por día, sí,
Es evidente,
Si me le atraco mucho
Habla la jente.

Así es vida, señoras,
Las conductoras.

De Rosa Araneda, poeta popular chilena, fines siglo XIX. La cueca se refiere a las conductoras de tranvías.

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Brindis por el Cumpleaños de Chile

Hagamos un par de brindis populares por el cumpleaños 195 de Chile:

Brindis de un Futrecillo

Brindo dijo un futrecillo
Por mi leva i por mi tongo,
Cada vez que me lo pongo
Presento facha de pillo.
Pobre i sin ningún cuartillo
Me paseo por la Plaza.
Tan solo de ver mi traza
Huye hasta la señorita,
I hallo la calle angostita
Cuando salgo de mi casa.


Brindis de una Chusquisa

Brindo dijo una chusquisa
Por el vino i la cerveza,
Que me embroma la cabeza
Cuando la rasca es maciza
Brindando soltó la risa
I otra le dijo, te entiendo,
Niña, si a tí no te ofendo
Hablo i pego dos saltitos;
Venirme a ver mis negritos
Miren que aquí estoi viviendo.

De Rosa Araneda, poeta popular chilena, fines siglo XIX

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Friday, September 16, 2005

Ironía para un Burgués Gentilhombre

Estimadísimo amigo,

Por la presente me atrevo a dirigirle unas cuantas líneas que espero no serán molestia para sus ocupados ojos. Tan sólo me mueve el propósito de lograr su benévola atención sobre un asunto ligero pero quizás no insignificante a mi humilde modo de ver.

Me refiero por supuesto como usted tan bien debe ya suponer, a la existencia de un pequeño libro que lleva por nombre La Concesión del Teléfono, escrito por ese autor de la Italia que seguramente usted ya conoce a fondo, Andrea Camillari. Siendo así el caso, como no podía ser de otra manera tratándose usted de un hombre de cultura tan basta, no referiré palabra ni comentario sobre esta novela un tanto epistolar que juega con la ironía de las convenciones y los malos entendidos en torno a la petición de un comerciante de Sicilia de instalar una línea telefónica en su negocio. Demás está decir, y por eso tan sólo repito lo que ya debe rondar por su mente siempre tan perspicaz y alerta a los más mínimos detalles, que el signore Filippo Genuardi, el comerciante en cuestión, resulta una víctima de una burocracia temerosa hasta de su propia sombra.

Su sagacidad, estimado señor, en asuntos tan profundos como los que nos ocupan, nunca termina de asombrarme, por eso es que le agradezco infinitamente que me halla recomendado el libro en cuestión. Lo leeré con la dignidad que me proporcionan mis escasos medios intelectuales, para luego estar en condiciones de ensayar mis pobres comentarios frente a usted.

Agradeciendo una vez más su constante preocupación por el desarrollo de mis facultades reflexivas, y como siempre a sus órdenes, se despide atentamente,

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Monday, September 12, 2005

Leyendo a Lovecraft

Confieso que he leído ficción barata publicada en horrorosas revistas pulp y que sin embargo me ha gustado. Confieso que he leído La llamada de Cthulhu, El que acecha en el Umbral, Una Sombra sobre Insmouth, El Horror de Dunwich y tantos otros tomos alojados en la Biblioteca de la Universidad de Miskatonic en Arkham, Massachusetts. Confieso que a través de los años he vuelto a leer algunos de ellos y que la experiencia de leerlos sigue siendo placentera y gratificante. Confieso que es verdad que todos estos tomos conforman una mitología convincente como pocas veces se ha dado en la literatura. Confieso que están escritos en un estilo barroco, anticuado, a veces acartonado, y que paradojicamente resulta moderno y vital. Confieso que me recuerdan que no somos tan importantes como creemos, y digo esto tan sólo pensando en el tamaño físico del universo en que vivimos. Confieso que a menudo me figuro que Borges sonreia encantado al leerlos.

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Tuesday, September 06, 2005

Los 75 años de Lorenzo y Pepita (Blondie)

Este 8 de Septiembre, el comics de Lorenzo y Pepita cumple 75 años. Y también dentro de muy poco sus protagonistas cumplirán 75 años de casados. Un record aún tratándose del mundo de los cómics. Estamos tan acostumbrados a ver a Lorenzo y Pepita(Blondie en el original) en su diario vivir que damos por hecho que siempre han estado casados, y la verdad es que al principio eran solteros (bueno, como todo el mundo, ¿no?). ¿Cúal es la historia del amor de Lorenzo y Pepita? ¿Qué dificultades debieron enfrentar para poder casarse?

Todo comenzó al estilo de una obra de Shakespeare. Lorenzo, que pertenecía a una familia muy rica y de gran alcurnia, se enamora de Pepita, una secretaria de padre desconocido (al menos en el comics), y decide casarse con ella a pesar de la opinión contraria de sus padres que califican a Pepita de trepadora. Lorenzo recibe la advertencia por parte de su padre de que será desheredado si es que insiste en sus planes de casarse con atractiva su novia. Pero tras sostener una huelga de hambre por 28 días para convencer a sus padres de su amor por Pepita, Lorenzo finalmente logra que acepten su matrimonio con ella. Lo que no quita que igual lo deshereden.

Son los tiempos de la gran depresión, el fin de los años locos, el término de la era del jazz, así que la vida no es fácil. La joven pareja atraviesa por estrecheces, pero el amor sigue siendo más fuerte que las circunstancias adversas: Lorenzo entra a trabajar como oficinista y Pepita comienza a llevar las riendas de la casa y también de la vida de Lorenzo, hasta hoy.


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Thursday, September 01, 2005

Un poeta un poco olvidado

¡Qué bella es la poesía de Juan Ramón Jiménez! Sobria, serena, profunda. Nada le sobra, nada le falta.

Juan Ramón, el abogado que no fue, pero que dió espacio al poeta.


Tira la piedra de hoy,
olvida y duerme. Si es luz,
mañana la encontrarás
ante la aurora, hecha sol.






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